Los Zapatos de un Contador de Historias
Hace unos días falleció el periodista Félix Pacheco. Todo lo que somos, todo lo que oímos, hemos aprendido y hemos mamado, todo lo sabemos es porque antes les perteneció a otros. Y como hay árboles solitarios que crecen hacia la luz, hay otros que crecen a ras del suelo. Hay quien nace hijo único y quien lo tiene que compartir todo en la familia. Hay quien muere dejando huellas en la corteza de un árbol como testamento y quien al morir da otra lección para la historia humana.
Por CHEMA RUBIO.
Por CHEMA RUBIO.
Es la historia que nos queda. La que nos han contado. La del hombre que cada vez que contaba una anécdota, la elevaba a la altura de leyenda. Y como todas las leyendas no sabías si era verdad que Franco dijo eso, u otra invención de periodista sin censura. Le dieron la beca Fulrich y el joven desde Nueva York enviaba sus artículos con el chaleco antibalas de un seudónimo, Sahagún, en honor de su pueblo, para no olvidar su Tierra de Campos, y vagar con las gentes de los caminos por Tierra de Cantos.
Se dice, se comenta, que en América del Norte, al abrir la puerta de los aseos, vio a uno de sus jefes, descalzo buscando un zapato y al preguntarle qué le pasaba, mientras se ataba los cordones, le dijo: “Todos los días el buen periodista tiene que revisarse las suelas de los zapatos, porque no sabemos a donde nos enviarán, ni por cuánto tiempo”. Si están bien las suelas de los pies, ya solo queda estar bien con la cabeza. Como sabes La Casa Blanca va a cambiar de inquilino y yo hago mi elección con el zapato. Cuando está arriba me sale Republicano, al recogerlo me sale Demócrata y si cae a la taza hay nuevas elecciones.
Félix Pacho Reyero fue responsable de Efe Centroamérica bajo la presidencia de Luis María Anson. Estuvo en esos años en los que era casi imposible hacer carreteras porque si no eran destruidas por las guerras como en Nicaragua, estaban bloqueadas por el asesinato de Monseñor Romero en El Salvador, o bien se proclamaba la Independencia de Belice, o estallaba el conflicto del Canal de Panamá, donde ya no se sabía qué territorios eran propiedad de EEUU o había recuperado la república panameña.
Mientras tanto, España se fue haciendo democrática y lo llamaron para dirigir el nacimiento de la Crónica de León. A la semana ya quería abandonar. No tardó en darse cuenta de que los empresarios del ladrillo no sabían nada de periodismo, ni les importaba la verdad. Pero no se fue, porque hubiera tenido que dejar al descubierto a todos los amigos que había llamado y habían dejado sus empleos por ir con él. Cuentan que siendo Jefe de Redacción del diario Informaciones, cuando las redacciones echaban humo a la espera de la muerte del Caudillo, cuando solo iban a casa a dormir, y algunos se quedaban de guardia, cuentan que le vieron lanzar un zapato al aire al abrir la puerta del aseo. Y se volvió a repetir la historia de Nueva York pero al revés. Si el zapato va hacia arriba, todo seguía igual, si lograba recogerlo moría el Caudillo, y si caía a la taza, volvería el Antiguo Régimen.
A mediados de los años 90, Félix Pacho fue a dar una charla a la Facultad de Ciencias de la Información, siendo decano Javier Davara y recuerdo que fue el último en hablar. Permaneció en silencio, impasible y aunque tenía poco tiempo para explicar su discurso, tuvo tiempo de contar una de esas anécdotas que salían como paloma de la chistera del mago, y dejó a la juventud que llenaba el Salón de Actos, con la alegría de saber que aún quedan maestros que saben explicar la vida.
Mucho de lo que sé procede de las noticias que salieron de esa escuela de la Complutense, por donde he visto pasar a profesores o conferenciantes, amigos de Félix Pacho, como Pedro Crespo de Lara, Mateo Díez, Ángel Gozalo, o Felipe Sahagún.
También se le ha leído mucho en las hemerotecas. En persona, sin embargo, no lo traté tanto como me hubiera gustado, pero me marcó desde el primer día. Por su mirada franca y su sencillez al vivir, por su amor a la literatura, cervantino hasta la médula y fiel lector incansable del Quijote, y escritor de libros como el “Buen Yantar en la Ruta Jacobea”. Una vez, cuando quería demostrar mi erudición, sobre “El entierro de Genarín” de Llamazares, sonriendo me dijo: Te voy a contar cómo sucedió todo y en solo cinco minutos cambió la anécdota, cambió la historia, elevó la anécdota a Leyenda, como hacía siempre. Porque era una enciclopedia viva, porque era un contador de historias, donde el ser más humilde era convertido en leyenda, porque era un hombre íntegro e insobornable de los que no quedan muchos y en estos tiempos son más necesarios que nunca.
http://madridpress.com/not/204176/en-memoria-de-un-periodista-ejemplar-felix-pacho/
http://madridpress.com/not/204176/en-memoria-de-un-periodista-ejemplar-felix-pacho/
No hay comentarios:
Publicar un comentario