jueves, 22 de septiembre de 2016

RECUERDOS de las fiestas y los toros más allá de los San Fermines

Las fiestas en el pueblo de Jaime Gil de Biedma   

Lorca a las cinco de la madrugada llora por la muerte de un torero. Mientras Miguel Hernández escribe los versos en pena y los entrega en el mismo momento de la noticia, Lorca llora como un niño llora, por  Ignacio Sánchez Mejías.  A las cinco de la tarde. ¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!  ¡Eran las cinco en todos los relojes, Eran las cinco en sombra de la tarde!


La plaza del pueblo navero segoviano 


Hay hombres y mujeres que nacen y se quedan a vivir en aquel lugar y no conocen otra vida que su pueblo. Y no se mueven de la vida que les puso sus padres. Y hay quien por muy lejos que se vaya a vivir la patria chica siempre lo persigue, y con la caída del cuerpo y el amontonamiento de los años, mayor es la profusión de recuerdos, y con la llegada de las fiestas patronales, mucho más profunda es la huella que se queda en los años de la infancia del lugar del que no quiero acordarme, porque a mí me pasa lo que, a Cervantes, que no quiero comparar a mi pueblo con ningún otro. Porque dice la sangre de mi sangre, que el pueblo donde me nacieron Navas de Oro, y la villa donde me vivieron huesos arriba, porque como sigo contando, hay un lugar donde mi corazón se junta entre pueblos y pinares se junta, y ese punto de la piel, si es sagrado, y los lugares por donde voy pasando esperan todos en la cola para de los clasificados, aquellos que han de ir a los cielos o al infierno, según el paisaje que prefieran en su último viaje.
                                                 Fábrica de harinas Nava de la Asunción

Mientras leo actualidades sin sentido en primera página, mientras voy muriendo de pena política y sin fin, voy pasando páginas, desde el lugar del mundo en donde me encuentro, entonces leo por internet que Muchachito y su banda catalana tocarán en el polideportivo de Nava de la Asunción. Entonces se enciende la mecha de todas las memorias y explosiona la pólvora, y en un castillo de fuegos artificiales se ve jugar a las estrellas de la pelota, jugar los primeros Campeonatos de Europa de Cesta Punta, en ese mismo polideportivo donde han venido cantado Los Enemigos, Siniestro Total, Huecco, y El Sábado Muchachito Bombo Inferno, y repetirán como otras tantas veces el Nuevo mester de Juglaría. Y es entonces cuando se recuerda a los jóvenes, corriendo los encierros con las camisetas envinadas, delante de los cuernos de los toros ávidos de sangre, el sábado noche. Y hay memoria de las peñas abiertas de par en par, y las primeras limonadas que dormían los sentidos de los niños eufóricos. Y los tres quinceañeros que sin haber leído la “Fiesta” de Ernest Heminway en Pamplona, se fueron a comerse los Sanfermines y vinieron cojos y con el brazo en cabestrillo, pero más sabios, reconociendo las distancias. Y vemos “Los Sanfermines años 50” el libro de fotografías de Lola Garrido, con textos de Arhtur Miller que un día fue marido de Marilyn Monroe, y otro día tuvo un hijo que no quiso enseñar al mundo. El escritor navarro Ramón Irigoyen también colaboró con un texto en este libro, y en uno de sus artículos leemos la diatriba sobre el hijo con Síndrome Down. Y recordamos al leer estas curiosidades malditas, que, en La Nava, había un chico que se llamaba Emilio, y era hijo del practicante, y se ponía en el centro de “las cuatro calles “y allí hacía de agente de circulación. Y como el Emilio sonaba por entonces bien para nombrar a los hijos, hubo otro Emilio, y como el médico estuvo tres días sin diagnosticar una meninguitis, mi hermano vino a dar en una enfermedad mucho peor, más peligrosa. Su memoria recuerda, pero no siempre le gusta que le nombren La Nava de la Asunción. Será que recuerda al médico aquel. Será que han pasado los años y la memoria le va y le viene como un tren de feria.      

Recuerdas 1986. En la calle del Rosario, había un bar, donde tu trabajabas en las fiestas, y adonde una vez cada año, iba la familia Gil de Biedma. Una mañana a las 14 horas, a la hora del Vermut, y al año siguiente, quieres recordar que eran sobre las 18 de la tarde cuando se pasaron por el Bareto.


                                          Imprescindibles.  Jaime Gil de Biedma
 

 Y entre respiración y respiración se recuerda el vómito de la sangre a las cinco de la tarde. Son los toros los que pierden tarde si y día también.





Espero más allá de la tristeza también se recuerda el duelo de un pueblo entero por un joven canario llamado, José Mata que ha querido como uno de los suyos, y en el pueblo donde Quevedo se retiró a morir, en Villanueva de los Infantes , hay una Plaza de Toros que nunca pisó nadie con traje de luces como homenaje  a un chico de 23 años. Y viene como un trago de aguardiente en mitad de la madrugada, la visión de los 9 chicos y chicas de la Peña El Comodín, dando guerra a Los Apaches. Una peña que era más grande, más antigua y mucho más numerosa, con solo un tamboril y una flauta, y un desgarramiento de voces, y sobretodo venían los chicos aquellos con la creencia ilusoria de hacer historia. También recuerdas dos corridas cuando la infancia no tenía nada más que eso, cortedad de aos, y sensibilidad a flor de muerte. Simón Casas era el Matador que había tocado en suerte esos años. Fue mediocre la faena, y fue terrible las estocadas de casi todos sus toros los dos años seguidos. Había sange por todas partes, en la mano del torero, en la arena, y en los ojos del niño que había visto lo que las manos de la madre no habían podido proteger. Hoy Casas es uno de los grandes empresarios, que dirigen las mejores plazas de España, como las de Málaga, Valencia, o Las ventas de Madrid. Dice que no le gusta que lo tilden de empresario, mejor que lo llamen productor. Creo que escribe libros, y parece que son profundos, parece ser que en judío-polaco, pero que sus orígenes son más antiguos y vienen de Turquía. También dice él, que dejó de torear en Nimes, al ver la elegancia de José Tomás. Y los chicos y chicas de Pacma, que es una peña antirorera que está cogiendo carrerilla desde hace años y se presentan a las elecciones, y algún día no muy lejano serán más fuertes, más numerosos y más sabios, y siendo los mismos, harán ver la verdad con los gestos y las palabras sin violencia. Y dicen ellos, pues ya podía haber leído poesía la poesía de Tagore en sus últimos años, cuando toda la sabiduría se le concentraban en el iris y las pupilas, por ejemplo, y decía haya paz.    

A cinq heures du soir. Et la foule brisait les fenêtres, à cinq heures du soir, A cinq heures du soir.
Aïe, quelles terribles cinq heures du soir! il était cinq heures à toutes les horloges.
Il était cinq heures à l’ombre du soir!

Te persigue el recuerdo de un pueblo, te persigue el pasado, y sin miedo a las alumnas vecindades que no te recuerdan, escribe la mano de quién fue niño y se siente cómodo de ser más de campo que las amapolas elegantes.        


                                        Lorca con la compañía de teatro " La Barraca"
                                  


A las cinco de la tarde, era la visión que tienes fijada desde 1965. Fueron unas pocas palabras en la Plaza de Toros, porque el pregón desde el balcón del ayuntamiento nunca existió.  Jaime Gil de Biedma con camisa blanca, fajin y pañuelo rojo, se levanta de su silla del palco, y ante dos mil quinientas personas, comienza a decir: Buenas tardes autoridades, señoras y señores y al público en general. Esta tarde si el tiempo no lo impide, y ustedes nos acompañan como voy viendo que van llegando a la plaza, por primera vez en la historia de España, en vez de corridas de reses, tendremos la oportunidad de ver en acción a un duelo de 16 poetas pelando entre sí por ver quien se lleva el trofeo de la belleza. La Corona de Laurel, La Flor Natural, y la cena en el ayuntamiento donde a los postres le harán entrega de 20.000 euros que es la cantidad que se gastarían los vecinos por gozar del viejo espectáculo en el circo segoviano. Porque perdónenme ustedes esta digresión. Pero es que al señorito y poeta Jaime Gil de Biedma, jamás le gustaron que se torturaran a los animales, por eso esto que contamos tiene mayor altura, y si fue posible o no lo fue, nos lo puede confirmar o todo lo contrario Austreberto Gutierrez.    

En todo caso algo que se viene perdiendo poco a poco en su totalidad se va alejando, es aquello que me pete hacer, que me pete gritar, que me pete escribir porque en la madrugada getafense a silencio tocan. ¡¡¡ que vivan los quintos, y que viva el señor alcalde!!!  este año y al otro que viva también el alcalde que venga, que pueblo solo hay uno, y que viva La Santísima Virgen de la Asunción, y que vivan las peñas más que son de ahora y siguen vivas como carne de cañón , y ahora vamos a gritar tres vivas .

¡¡¡Viva La Nava, viva La Nava, viva la Nava?!!!!  
                                         Níscalos en el pinar de segoviano de La Nava  



Es una imagen repetida en el adn de la memoria.  O una verdad como un templo. Su amigo Gutiérrez, los pinares, y las piedras vendidas del Vizconde, podría hablar como nadie de lo que dio de sí aquel día de fiesta, y lo que dieron tantos otros días , en el pueblo aquel, en la comarca aquella, en la Segovia de ahora, en la Castilla de siempre.      





Este texto es parte del libro, Cuánto sé de Jaime Gil de Biedma: Su pueblo y el mío, Y que Lecturas Sumergidas adelanto’ y todavía puede verse ese capítulo en internet.

Chema Rubio   



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